Diario de los atacantes
Después de esta capitulación, el ayudante comandante Gasquet, el jefe de batallón Lamare, el capitán de artillería Desjobert, el comisario de guerra Vienné, un destacamento de tropas de ingenieros y una compañía de granaderos, entraron en la plaza el día 11, a las siete de la mañana; tomaron posesión del parque, de los almacenes de víveres y municiones, así como de los archivos y cuanto componía el material; a las diez, la guarnición, compuesta de 7.880 hombres, salió de la plaza por la puerta de la Trinidad, desfiló ante el ejército sitiador a tambor batiente, mechas encendidas, depositó las armas sobre los glacis, y fue conducida prisionera a Francia.
El general en jefe tuvo a bien otorgar a una compañía de granaderos españoles la salida por la brecha, en testimonio de la estima que las tropas de la guarnición le habían inspirado.
Inmediatamente después, S.E., acompañado del duque de Trèvise y de un numeroso estado mayor, hizo su entrada en Badajoz, a la cabeza de las tropas del 5º cuerpo, destinadas a formar la nueva guarnición de la ciudad. La caballería de reserva y los parques permanecieron en sus posiciones respectivas.
Se encontró en la plaza 190 bocas de fuego de distintos calibres, 80.000 libras de pólvora, 300.000 cartuchos, muchos proyectiles y dos equipos de puente. Se procedió a cerrar la brecha y a destruir las obras de ataque por las tropas de ingenieros y trabajadores de infantería; la artillería se ocupó también de reconstruir las murallas.
La ciudad había sufrido mucho con el bombardeo, especialmente los lugares próximos a los fuertes del sur. Atrincheramientos sin acabar practicados en los baluartes 3 (Santiago) y 4 (San Juan) y cortaduras llevadas a cabo en las calles adyacentes, indicaban la primera intención de defender paso a paso las obras y los barrios de la ciudad; pero esta resolución no se llevó a cabo por falta de tiempo o frustrada por la carencia de energía y de perseverancia del nuevo gobernador.
Gran número de habitantes se habían refugiado en Portugal antes de la batalla del 19 de febrero (*); los más notables de los que se habían quedado pidieron la capitulación, ante el temor de ver destruidas totalmente sus casas y ser aplastados bajo sus ruinas.
Así terminó el sitio de Badajoz, llevado a cabo con fuerzas muy inferiores a las de los aliados, a más de 40 leguas del centro de operaciones del ejército del mediodía, en la estación más rigurosa, en medio de lluvias continuadas y en la época de la crecida del Guadiana. Con todo eso, el orden perfecto que reinaba en la administración, la economía de los escasos medios de que disponían la artillería y los ingenieros, la actividad y el valor de la infantería, que rivalizaba con las tropas de las armas especiales; en fin, la prudencia y firmeza de los oficiales de ingenieros en la dirección de los trabajos, bajo el fuego a boca de jarro de la plaza, donde todas las fuerzas de los sitiados estaban concentradas en el más alto grado, economizaron mucha sangre y contribuyeron eficazmente al éxito de esta gran empresa.
La artillería de sitio consumió 25.400 proyectiles de distintas clases. Los ingenieros emplearon 15.000 sacos de tierra, alrededor de 2.000 cestones y otras tantas fajinas.
(*) Abril en el original, errata del autor.
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