Diario de los defensores.
Al amanecer de este día, los tiradores de los enemigos se presentaron hasta la cresta del camino cubierto haciendo vivo fuego de fusil, que dirigían la mayor parte por las troneras de los baluartes de San Juan, Santiago, San José y cortina de San Francisco. Nuestro fusil desde dichos puntos y camino cubierto correspondió con prontitud y los hizo retirar a sus pozos de lobo que tienen por todo el frente de su trinchera y baterías, y en seguida rompió sobre la Plaza un fuego terrible de cañón, mortero y obús, que dirigía desde siete baterías: las cinco desde la derecha de Pardaleras hasta los molinos de Ballesteros y las dos a la izquierda del citado puesto. A la hora y media de fuego tuvimos la desgracia de que se nos incendiase el Laboratorio de Mixtos* [sic, por Mistos] situado a espaldas de Santiago, en donde por fortuna había un pequeño repuesto, y a causa de hallarse el Gobernador en las inmediaciones se conservó la serenidad, continuó el fuego sobre el enemigo, y con las prontas disposiciones se cortó el incendio, evitando se propagase a dos repuestos de bombas que había a las inmediaciones; al momento se presentaron en el citado paraje los Generales García e Imaz que contribuyeron bastante a que siguiese el orden a pesar que el fuego era tan terrible que en las tres primeras horas, según el parte del vigía, hizo el enemigo más de 800 tiros. Las desgracias ocasionadas fueron a proporción pequeñas, pero al Gobernador le será siempre sensible la pérdida de su Ayudante de Campo el Teniente del Batallón de Voluntarios de Campo Mayor, D. Rodrigo de Mena, que quedó al momento muerto por una bala de cañón que le hizo saltar los sesos. Otro oficial aunque joven tenía todas las circunstancias que requiere un completo militar y expiró por la libertad de su Patria, después de haberse empleado en apagar el incendio con la mayor energía. Tiene su madre en la plaza de Cádiz y la recomiendo muy particularmente a la generosidad de la Nación. La tropa, Jefes y Oficiales han llenado sus deberes, pero los que más se han particularizado, los individuos del Cuerpo de Artillería y el Ingeniero del Detall. el Coronel Don Antonio Fernández, a quien recomiendo a consecuencia de la orden de S.A. de 16 del corriente, para que se le distinga y premie con el grado inmediato, pues siempre lo vi constante en medio del Laboratorio e incendio, dando sus disposiciones a los Zapadores y cien hombres del Regimiento de Mallorca que hice concurrir por medio de mi difunto Ayudante. Estoy persuadido, en vista de la defensa del día de hoy, que si la Plaza es socorrida en breve (cual espero) no podrán los enemigos lograr su intento de apoderarse de ella, pues es indispensable reflexionar que toda la subsistencia y la mayor parte de los efectos que se emplean son dados por la generosidad de un Pueblo que ama su libertad y desea la de su Patria. Los militares más veteranos habrán podido hallarse en acciones más sangrientas, pero en un fuego tan terrible parece imposible. Bien que podrá calcularse por el que sepa que solo en doce horas arrojaron 658 granadas, 730 balas y 152 bombas, que en todo componen 1540 tiros. Sin embargo que por más cuidado que hubiese en la Torre de San Juan, se cree con evidencia fueron muchos más los tiros. Pero aun cuando no fuesen más de los expresados es tan suficiente, que para sufrirlos en un corto frente es indispensable estar poseído de los mayores deseos de la Libertad de la Patria. Los enemigos deben haber sufrido el mayor daño pues la plaza hizo sobre ellos triple fuego, y la mayor parte fue perfectamente dirigido. Se pasó toda la noche con la mayor vigilancia, empleándose todos en los trabajos para rehabilitar los daños padecidos.
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