RAFAEL MENACHO
(Cadiz, 22 de mayo de 1766- Badajoz 4 de marzo de 1811)
Los comienzos
Menacho, apellido que irá unido a la memoria de Badajoz por siempre jamás, gaditano de nacimiento, hijo de Benito y Francisca, nacido el 22 de mayo de 1766.
Sentó plaza de caballero cadete en el regimiento de infantería de Valencia, y desde ese día que comenzó su carrera militar, obedeció a los preceptos del estado que abrazaba, llenando plenamente los deberes de una obligación tan ardua. De teniente segundo en 1787, estando destinado en Ceuta, tuvo su bautismo de fuego contra las baterías del Emperador de Marruecos.
En 1793, estando en Francia se cruzó por primera vez con la bala de un cañón, siendo herido gravemente en el brazo y rodilla izquierda. Un año más tarde ya lo buscaban para contener al enemigo y rechazarlo. Perfeccionó el arte de las escuchas y descubiertas en las partidas de guerrillas. Innumerables veces rechazó y desalojó a los franceses en este año que ascendió a teniente primero. Fue recomendado y publicado por su general, y ya este mismo año el Rey lo graduó de teniente coronel.
Concluida la guerra con Francia, no tuvo descanso, desde 1797 contra Portugal, participando también en los 18 días de la guerra de las Naranjas de 1801. En 1802 ya era Sargento Mayor. En 1805 estuvo en el sitio contra los ingleses en Gibraltar. En 1808 ya conoció las embestidas del general francés Dupont.
La Guerra de la Independencia
Estando en Campo Mayor recibió el despacho de comandante de su batallón, e inmediatamente ya mandaba la vanguardia de su división. En Bailen se le distinguió y concedió la medalla de honor y, casi sobre el campo de batalla, se le nombró coronel.
Era tal la confianza que tenían de Menacho los generales, que cuando se proponían las divisiones embestir al enemigo, le encargaban la vanguardia; y en caso de retirada le fiaban la retaguardia.
En marzo de 1809 pasó a Extremadura, batiéndose en Medellín, y ante el arrojo y entusiasmo que demostraban sus hombres, fue ascendido en abril a brigadier. El 16 de mayo atravesó su muslo izquierdo una bala de fusil, pero no quiso retirarse de su puesto hasta dos días después.
En el mes de enero de 1810 pasó con su división a reforzar y sostener la plaza de Badajoz. En Feria lo sitiaron los franceses, pero los batió y rechazó. El 10 de febrero, aún sitiado en Salvaleón, marchó en ayuda de Badajoz, que estaba amenazado. El día 11 atravesó la línea francesa que circundaba Badajoz, entrando en la madrugada del 12, entre las aclamaciones de los pacenses, reforzando la guarnición con su acreditada y valiente división. Al tener conocimiento los franceses del hecho, emprendieron la retirada a la derecha del Guadiana.
El brigadier general Menacho, se mantuvo cubriendo la plaza, y el 27 de abril hizo una salida al presentarse de nuevo los franceses por el lado del Gévora, y tomando posición en las alturas del cerro de San Cristóbal, los desalojó de ellas y de la línea de Bervik, que ya ocupaban.
El 11 de agosto ya era el segundo jefe de las tropas del general Ballesteros. Después de la acción de Canta el Gallo, el 23 de septiembre de este año de 1810 fue promovido a mariscal de campo de los reales ejércitos.
Nombrado gobernador de Badajoz, trabajó con acierto y vigilancia para defender la plaza que había jurado defender, y la puso en el mejor estado de defensa, siendo sitiada a finales de enero de 1811.
El general Menacho era el primero en toda fatiga, y cuando no le permitía la obligación acompañar a sus soldados fuera del recinto de sus murallas, los alentaba y vigorizaba con su presencia en lo más alto de ellas, y aún sobre los merlones. Cuando el 7 de febrero hizo la salida el general Mendizábal, para desalojar a los sitiadores, subió como acostumbraba al muro, para protegerla con sus acertadas disposiciones, una bala de fusil volvió a herir su castigada pierna izquierda.
Apoyado en su fiel Sargento de Ordenanzas y en el bastón, Menacho recorría frecuentemente la muralla hasta que la inflamación le hizo imposible abandonar el lecho que había dispuesto en las inmediaciones de una de las poternas.
La muerte de Menacho
La brecha abierta en la cortina de la muralla, entre los baluartes de Santiago y San Juan, junto al Campo de San Francisco, hacia peligrar la posesión de la ciudad. Sobre el baluarte de Santiago, Menacho, constante en sostener la plaza que la nación le había confiado, ordenó que los granaderos de todos los cuerpos de la guarnición hiciesen una salida, para clavar la artillería y destruir las baterías imperiales, y en el acto de verificarlo, en su puesto en la muralla, despreciando como valiente el fuego, y animando con su persona la tropa, como verdadero jefe, una bala de metralla le penetró el vacío derecho, su cuerpo no admitió ya más heridas y lo dejó muerto, el 4 de marzo del año 1811, a los 44 años de edad y 26 de carrera militar.
Su sangre derramada se une a las viejas murallas de Badajoz, como argamasa que une sus castigadas piedras que defienden nuestra ciudad.
Su fallecimiento causó un gran pesar. El Consejo de Regencia al comunicar a las cortes la noticia de la rendición de Badajoz, le decía:
"Una guarnición y un pueblo merecedores de la mayor consideración de la patria, y a beneficio de los cuales debe eternizarse su memoria como una de las más valientes defensas de este siglo, y de los heroicos hechos de la presente guerra. El dignísimo gobernador don Rafael Menacho, perdió la vida antes que la plaza"
Don José María Calatrava, diputado por la provincia de Extremadura, dijo en las cortes:
"Señor, quiero ser el primero a dar a la conducta militar del general Menacho, el tributo de mi admiración y gratitud, y ¡ojalá pudiese hacerlo sin tener también que dar a su memoria el de un íntimo dolor! El general Menacho, dedicó a sepultarse en las ruinas de su plaza antes que entregarla al enemigo, ha sido fiel a su empeño generoso, y después de 38 días de sitio terrible y obstinado, cubierto de gloria de la defensa y en reiteradas salidas, ha espirado heroicamente sobre el muro, mientras animaba a sus soldados y hacía temblar a los sitiadores. Basta para inmortalizarle esta muerte, y que para que su nombre sea contado entre los héroes españoles. […]. Ved aquí en bosquejo las acciones y hechos que se deben componer la historia de este bravo defensor de la patria. El recordar sus hechos y su muerte forman el mayor elogio que puede hacerse de difunto héroe. Su muerte ha sido preciosa, porque con ella selló la obligación sagrada que la naturaleza ha impuesto a todos de defender su libertad, y gloriosa por la justicia de la causa que la motivó […] ¡Que nombre tan dulce y recomendable será para todas las generaciones de buenos españoles el de don Rafael Menacho!"
En un primer momento fue enterrado en el panteón de canónigos en el sótano de la catedral. En 1880 la comisión de monumentos de la diputación recuperó sus restos, entre ellos algunas partes del uniforme e incluso el pantalón con el agujero por donde entró la bala y el grano de metralla. Estos restos se mandaron al Museo del Ejército en Madrid a principios del siglo XX, y posteriormente se enviaron a Tenerife cuando se creo el museo militar.
En 1893 se erigió en el baluarte de Santiago el obelisco en su recuerdo.
En 1911, el centenario de su muerte, se trasladó el cuerpo al mausoleo del claustro.
Artículo de Fernando De la Iglesia
Para saber más: Historias de Badajoz
5 Opiniones:
Muchas gracias y un abrazo desde Melbourne a todos. Me lo llevo a mi muro.
Estupenda esta nueva sección. Como dato curioso he de añadir que mi abuelo Antonio estuvo presente en la exumación de los restos del general y según me contó mi madre, aparecieron los restos del uniforme y lo que parecía ser parte de una cabellera rubia o pleirroja (¿?)
Gracias a los dos, Antonio que curioso lo que nos cuentas, seguirán estando en la actual tumba?
Un saludo
Bueno, otro dato curioso. Mi madre(fallecida a los 95 años,en octubre pasado), me contaba una curiosa historia que su padre (mi abuelo Antonio) le relató. Este último había oido contar a su padre (mi bisabuelo) cómo alguien de su familia, creo que era una mujer, fué abordada por una patrulla francesa en los alrededores de la Albuera. la encañonaron y le pidieron que volcara en el suelo una gran cesta llena de panes, que portaba a algún lugar indeterminado. Historia viva, amigos. Voz a voz. La Guerra de la Independencia no al go tan lejano en el tiempo. Saludos.
Perdón por mi intervención, Fernando. pero es necesaria una pequeña aclaración. En 1880, tras ser exhumados, los restos de Menacho se colocaron en un pequenicho excavado en la pared del claustro de la catedral, con una lápida que aún se conserva...en 1911 lo que se hizo fue levantar el monumento que ahora hay.
Publicar un comentario