Artilleros portugueses en la defensa de Badajoz en 1811. Revista Sharia n 70
José María Monreal Periáñez
Cuando la plaza de Badajoz se rindió el 10 de marzo de 1811 al Mariscal Soult entre los soldados que entregaban sus armas no sólo había españoles, con ellos se encontraba un pequeño grupo de soldados portugueses que habían defendido la ciudad durante los últimos cuarenta días, luchando codo con codo con la guarnición española. Servirían en Badajoz desde el día 21 de enero (apenas tres días antes de comenzar el sitio) hasta el día de la rendición ciento setenta soldados portugueses del regimiento de artillería nº 3 que se encontraban bajo el mando del capitán del mismo regimiento João Vieira de Mello (Juan Nepomuceno Vera de Melo en las versiones españolas). Aunque la llegada de este regimiento en concreto fue muy cercana al comienzo del sitio, ya en 1809 Beresford había ordenado a Leite, gobernador de Elvas, que mandase doscientos de sus artilleros a Badajoz, para mostrar el apoyo de Portugal a la causa española.
Como se lamentaría años más tarde el portugués Claudio de Chaby en su excepcional “Excerptos Excerptos historicos e colecção...” esta presencia de soldados portugueses en la defensa de Badajoz pasó desapercibida para la historiografía española y solo se comentaba en algunos casos, como veremos más adelante, la presencia de Vieira de Mello en la junta de guerra del 10 de marzo.
Aunque las referencias al comportamiento de este regimiento durante el sitio son escasas, todas ellas dan una imagen positiva de su participación. Al parecer dos soldados destacaron sobre el resto un sargento llamado F. Rosado y un soldado de apellido Padilha. Según recogió Chaby cincuenta años después de los hechos de los testimonios de los habitantes de Badajoz, habían desatacado especialmente por su valor y puntería.
Como hecho destacable de estos hombres, Francisco Xavier de Rego Aranha (Limpo Píriz, Luis Alfonso(ed). Badajoz y Elvas en 1811. Crónicas de Guerra) relata la explosión de un polvorín francés debido a un disparo de la plaza el día 2 de marzo. El autor del disparo fue uno de los artilleros portugueses
José María Monreal Periáñez
Cuando la plaza de Badajoz se rindió el 10 de marzo de 1811 al Mariscal Soult entre los soldados que entregaban sus armas no sólo había españoles, con ellos se encontraba un pequeño grupo de soldados portugueses que habían defendido la ciudad durante los últimos cuarenta días, luchando codo con codo con la guarnición española. Servirían en Badajoz desde el día 21 de enero (apenas tres días antes de comenzar el sitio) hasta el día de la rendición ciento setenta soldados portugueses del regimiento de artillería nº 3 que se encontraban bajo el mando del capitán del mismo regimiento João Vieira de Mello (Juan Nepomuceno Vera de Melo en las versiones españolas). Aunque la llegada de este regimiento en concreto fue muy cercana al comienzo del sitio, ya en 1809 Beresford había ordenado a Leite, gobernador de Elvas, que mandase doscientos de sus artilleros a Badajoz, para mostrar el apoyo de Portugal a la causa española.
Como se lamentaría años más tarde el portugués Claudio de Chaby en su excepcional “Excerptos Excerptos historicos e colecção...” esta presencia de soldados portugueses en la defensa de Badajoz pasó desapercibida para la historiografía española y solo se comentaba en algunos casos, como veremos más adelante, la presencia de Vieira de Mello en la junta de guerra del 10 de marzo.
Aunque las referencias al comportamiento de este regimiento durante el sitio son escasas, todas ellas dan una imagen positiva de su participación. Al parecer dos soldados destacaron sobre el resto un sargento llamado F. Rosado y un soldado de apellido Padilha. Según recogió Chaby cincuenta años después de los hechos de los testimonios de los habitantes de Badajoz, habían desatacado especialmente por su valor y puntería.
Como hecho destacable de estos hombres, Francisco Xavier de Rego Aranha (Limpo Píriz, Luis Alfonso(ed). Badajoz y Elvas en 1811. Crónicas de Guerra) relata la explosión de un polvorín francés debido a un disparo de la plaza el día 2 de marzo. El autor del disparo fue uno de los artilleros portugueses
“Viendo
descargar cuatro carros de pólvora en una de las baterías enemigas,
donde acababan de recogeral en una especie silo subterráneo, apuntó una
bomba con tanto acierto que cayó en el centro del polvorín. ¡En un
instante hizo volar en pedazos los carros, los instrumentos, cuatro
piezas, y los artilleros que las servían!”
La
última prueba de la fidelidad y valor de las tropas portuguesas la
daría su capitán Vieira de Mello quien fue llamado a la junta de guerra
del 10 de marzo en la que se votaba si se continuaba defendiendo la
plaza o si ésta debía rendirse. Aunque el capitán portugués mostró su
sorpresa por ser llamado a esta junta cuando nunca se había pedido su
opinión en el resto del sitio asistió por consejo de Joaquín Caamaño y
Pardo comandante de artillería de la plaza. El portugués votó por
continuar la defensa de la plaza, pero su presencia en esta junta
desapareció de los primeros informes sobre la votación, situación que
criticaron Caamaño y la Provincia de Extremadura en sus respectivas
relaciones de los hechos.
Una vez rendida la plaza los artilleros portugueses corrieron la misma suerte que la guarnición española y fueron hechos prisioneros y llevados por el camino a Francia. Durante el viaje, cuando se encontraban no muy lejos de Madrid, la mayoría consiguió eludir la vigilancia francesa y escapar para volver a Portugal y continuar la lucha.
Una vez rendida la plaza los artilleros portugueses corrieron la misma suerte que la guarnición española y fueron hechos prisioneros y llevados por el camino a Francia. Durante el viaje, cuando se encontraban no muy lejos de Madrid, la mayoría consiguió eludir la vigilancia francesa y escapar para volver a Portugal y continuar la lucha.
En
1861 Chaby en una de sus impagables labores de investigación sobre el
terreno pudo entrevistar en el camino de Elvas a Campomayor a uno de
estos soldados que habían formado parte del destacamento portugués. Su
nombre era Joao Fernandes y había servido en el regimiento de
artillería nº 3 de 1807 a 1817, participando en toda la guerra contra
Napoleón y regresando posteriormente a sus labores como agricultor.
Entre otras muchas historias de juventud, el viejo soldado confirmaba
el buen papel representado por las tropas portuguesas en Badajoz, la
valentía de Rosado o la puntería de Padilha. Los intentos de Chaby por
conseguir que este viejo soldado (también lo intentó con otros de los
que fue conociendo en sus investigaciones) fuera integrado en una de
las unidades de veteranos existentes para evitarle la fatiga del
trabajo en sus últimos días no prosperaron. Chaby no pudo hacer más que
lamentarse de la desidia de las clases dirigentes y recordar en sus
páginas al artillero “intentando compensar como nos es posible al
veterano soldado, bizarro luchador por la independencia de nuestra
patria, de la desconsideración y el abandono”.
Dos interpretaciones de la acciones llevadas a cabos por los artilleros portugueses publciadas enLimpo Píriz, Luis Alfonso. Badajoz y Elvas en 1811. Crónicas de Guerra. Badajoz, Servicios de Publicaciones del Excmo. Ayuntamiento de Badajoz, 2011.
BIBLIOGRAFÍA
Chaby, Claudio de, Excerptos historicos e collecção de documentos relativos á guerra denominada da peninsula. Lisboa, Imprensa Nacional, 1875.
Caamaño y Pardo, Joaquín, Papel
formado de los acontecimientos en la defensa de Badajoz por el
Comandante de Artillería de esta plaza en el sitio que le pusieron los
franceses en 1811. Manuscrito digitalizado por la Biblioteca Virtual Cervantes.
Limpo Píriz, Luis Alfonso(ed), Badajoz y Elvas en 1811. Crónicas de Guerra. Badajoz, Servicios de Publicaciones del Excmo. Ayuntamiento de Badajoz, 2011.
da Luz Soriano, Simao José, História
da Guerra Civil e do estabelecimento do governo parlamentar em
Portugal comprehendendo a história diplomática militar e política
dªeste reino desde 1777 até 1834. Lisboa, Imprensa Nacional, 1866-1890.
VVAA, Contestación
por la provincia de Extremadura al aviso publicado con el coronel Don
Rafael Hore en el número 53 del Redactor General. Cádiz, En la Imprenta Real, 1811
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